El Tabaco Apesta
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La fórmula clásica recomienda dejar de fumar de un día para otro. Fijar una fecha, planificar el momento, ir haciéndose a la idea y, llegado el día, asumir el reto y cortar por lo sano. Sin embargo, esta estrategia representa un muro insalvable para buena parte de los fumadores. Afrontar el día D puede resultar muy estresante, especialmente para quien ya ha fracasado en intentos previos y la frustración les impide darse otra oportunidad. Por ello, las terapias progresivas -ir dejándolo poco a poco- están ganando terreno. Un estudio publicado por la revista Journal of American Medical Association (JAMA) supone un nuevo aval para este abordaje, al demostrar que el uso del fármaco vareniclina mientras se reduce progresivamente el número de cigarrillos ofrece altas tasas de éxito, en torno al 30% de deshabituación al cabo del año.
“Es una buena tasa, comparable con los resultados de otros métodos» comenta Carlos Jiménez Ruiz, director del programa de investigación en tabaquismo de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). «El estudio es muy interesante; ya sabíamos que la terapia sustitutiva [parches, inhaladores, chicles de nicotina] es eficaz no solo en programas de abandono brusco, sino de reducción progresiva de consumo; pero ahora tenemos la prueba de que la vareniclina también sirve”, añade.
El Ministerio de Sanidad español, al igual que la mayoría de las guías clínicas estadounidenses, sigue apostando por la vieja escuela, como refleja el espacio que dedica en su página web a dar consejos de cómo romper con el tabaco. “Se deja de fumar de un día para otro. Dejarlo poco a poco, suprimiendo cada día algunos cigarrillos, no suele ser eficaz. Es mejor y más fácil dejar de fumar todo a partir de la fecha que te has marcado”, recomienda el departamento que dirige Alfonso Alonso.
Pero “desde hace unos tres años, o incluso menos”, explica Jiménez Ruiz, se ha abierto hueco el abandono progresivo, una modalidad que ha demostrado la misma seguridad y eficacia que la terapia clásica, y que permite facilitar la tarea a quienes se les hace un mundo el abandono brusco. “Esta opción les abre la mente, saber que el proceso será poco a poco hace que se sientan capaces de hacerlo, es una buena forma de facilitar el intento de abandono y la vareniclina es el fármaco ideal para estos procesos por su mecanismo de doble acción”. No solo atenúa la ansiedad al estimular los receptores de la nicotina en las neuronas y simular los efectos del alcaloide. También bloquea estos mismos receptores, por lo que el fumador no consigue la sensación de recompensa que persigue al inhalar el humo del cigarrillo.
El estudio, dirigido por investigadores de la Clínica Mayo (Rochester, Minnesota, EE UU), recoge datos de 1.500 fumadores controlados por 61 centros de 10 países (entre los que no está España). Para comprobar la eficacia del fármaco en la terapia progresiva se dividió a los participantes en dos grupos: a unos se administró vareniclina y a otros un placebo durante 24 semanas. Todos eran fumadores habituales que no tenían la intención o no se sentían capaces de dejar el hábito en el plazo de un mes, pero que deseaban ir reduciendo su consumo hasta hacer un intento en los siguientes tres meses.
Los participantes siguieron un mismo programa para dejar de fumar por etapas. A las cuatro semanas debían reducir el número de cigarrillos a la mitad. A las ocho semanas un 75% y a las 12 semanas tenían que intentar dejarlo. Entre los que usaron el medicamento, el 32% se había mantenido al margen del tabaco entre la semana 15ª y 24ª de tratamiento, frente al 7% de quienes tomaron el placebo. Y el 29% seguían sin fumar entre la semana 21ª y el año desde el inicio de la terapia (10% con el placebo).
El trabajo ha sido financiado por Pfizer, fabricante de la vareniclina (Champix por su nombre comercial), aunque Jiménez Ruiz quita importancia a este aspecto. “La metodología científica usada en el estudio es impecable”, sostiene. El especialista en tabaquismo de la SEPAR coincide con los autores del trabajo al señalar que ofrece a los médicos una nueva opción terapéutica para quienes quieran dejar de fumar pero no se atrevan a abandonar de golpe el tabaco. “Lo importante es saber qué quiere el fumador, preguntarle cómo prefiere dejar de fumar y que él decida”, relata.
EFECTOS DE DEJAR DE FUMAR
Fuente: Sociedad Americana del Cáncer
A los 20 minutos. El ritmo cardiaco desciende.
Doce horas. El nivel de monóxido de carbono en la sangre baja a lo normal.
De 2 semanas a 3 meses. Mejora la circulación y la función pulmonar aumenta hasta un 30%.
De 1 a 9 meses. Menos tos, congestión nasal, cansancio y dificultad para respirar. Los pulmones mejoran en su capacidad de controlar las mucosidades y reducir las infecciones.
Un año. El riesgo de sufrir enfermedades en la arteria coronaria cae a la mitad que entre los fumadores.
Cinco años. De 5 a 15 años después de dejar el tabaco el riesgo de sufrir embolia cerebral se iguala al de los no fumadores.
Diez años. El riesgo de morir por cáncer de pulmón baja a la mitad del que tienen los fumadores. Baja la probabilidad de desarrollar cáncer de boca, garganta, esófago, vejiga, riñón, cuello uterino y páncreas.
Quince años. Se iguala con la media de la población el riesgo de padecer enfermedades cardiacas.
Diario El País | Dejar de fumar poco a poco también funciona